La mañana había llega tan pronto como su
semen a la orilla de sus sabanas. Richard tenía el miembro semidormido y la
mano derecha cansada, toda la noche no pudo pegar los ojos pensando en aquella figura
que tanto lo excitaba. –Esto acabará conmigo- dijo mientras se sacudía la
pereza de encima.
La mañana transcurrió rápidamente mientras
divagaba por su mente, pensaba en las veces que aquel cuerpo escuálido y tierno
le brindaba placer, un placer muy distinto al que una mujer puede provocar a un
hombre, era un tipo de placer que al inicio le causaba miedo, pero cada vez que
lo practicaba, le gustaba más, al punto que estaba dispuesto a todo para no
dejarlo.
Entro tranquilamente al salón de clases,
todo estaba como siempre. El gran dibujo de Bob Esponja adornaba el fondo del salón,
más a la derecha se encontraba El Pato Donald con su pelicular cola que le hace
ver un enorme trasero, a su izquierda el dibujo más extraño que había visto jamás,
un obeso y sonrosado ser deforme, con calzones de color verde limón, unas
extrañas flores en su vestimenta, la figura se le distorsionaba aún más con la
cara de idiota que tenía y la falta de nariz lo hacía ver más estúpido aun,
luego recordó que dicho ser obeso era el mejor amigo de la tonta esponja que se
burlaba de él desde el fondo del salón.
El día de impartir clases acabo rápidamente
gracias a que un tipo entro a robarse a un par de niños delante de los ojos de
las tontas maestras de pre-kinder, dio gracias a Dios por ello.
¿Qué haces tan solo? Pregunto Esmeralda –quien
era confidente de Richard y profesora de lenguaje- ¿A caso piensas otra vez en
lo mismo de siempre? Richard se limitó a mirarla y a asentir. Dime algo Richard
–dijo Esmeralda mientras se sentaba a su lado- ¿Aún sigues saliendo con él?
Mierda –dijo Richard para sus adentros- No,
bueno si, pero a la vez no, todo es bien difícil –respondió quedamente-
Qué diablos contigo, yo deseando que me
hagas el amor a mí y tú perdiendo tu tiempo. Qué clase de hombre eres.
Solía serlo, ahora simplemente soy un
maldito monstruo. Un monstruo que disfruta lo que hace, nada más. Lárgate
mejor, no quiero saber de ti. Richard tenía los ojos rojos de ira, no permitiría
que ella lo apartara de su fuente de placer.
Ella se limitó a verlo y, cuando se disponía
a hablar. –Ring, ring, ring- el teléfono de Richard estaba sonando.
Una vocecilla tímida hablo por el otro lado
del auricular.
Hola –dijo la vocecilla-
Qué diablos, no te he visto en todo el día –Richard
sentía que la sangre se le agolpaba en la cabeza-
Descuida, he estado preparándote la
sorpresa. –La voz pasó de ser tímida a un extraño sonido diabólico-
Perfecto dijo Richard –con el corazón cerca
de salírsele de la boca- pasaré a bañarme a mi casa, en una hora estaré por allí.
No, no, no. Nada de eso. Báñate en mi casa,
apresúrate que mis padres no tardan en venir.
Richard volvió la vista hacia donde había dejado
a Esmeralda, la miro unos segundos y luego partió rápidamente al lugar donde su
sorpresa lo esperaba, o al menos, eso creía la voz tímida. Tenía otros planes. Corrió.
El agua caliente le termino le limpiar la
pasta blancuzca que tenía alrededor de su miembro, huele mal. –Es ahora o
nunca- dijo Richard con determinación. Salió del baño desnudo, tenía los brazos
como arboles jóvenes, sus glúteos eran duros y abultados, mientras caminaba su
pesado miembro se movía de un lado al otro, lento y solemne. Observo fijamente
a la extraña mujer que estaba sobre un pentagrama, negro y oscuro. Sintió como
su verga se ponía cada vez más dura, la mujer lo observo horrorizada y él se
acaricio su verga, acto seguido se la ofreció a su dama.
-Hijo de puta-
dijo la vocecilla a su espalda. –Deja que yo de los honores- la misma vocecilla que le había llamado
-Como se te ocurre, ese honor me corresponde a mí por derecho- Gruño rabioso.
-En ese caso, yo le doy por delante y tú por atrás, esta maldita pronto volverá de la otra vida- añadió la vocecilla a su espalda.
-Apresúrate crío mal nacido, aun me pregunto cómo puedes pensar de esa manera con tus ocho años de edad…
-Como se te ocurre, ese honor me corresponde a mí por derecho- Gruño rabioso.
-En ese caso, yo le doy por delante y tú por atrás, esta maldita pronto volverá de la otra vida- añadió la vocecilla a su espalda.
-Apresúrate crío mal nacido, aun me pregunto cómo puedes pensar de esa manera con tus ocho años de edad…
El niño camino acercándose
a la mujer vestida de bodas, adornada con una corona de cristal que despedía
mil todo de rojos diferentes. Avanzo a ella.
Eso –se dijo Richard para sus adentros, sigue caminando que los planes están a punto de cambiar- De pronto una sonrisa diabólica y morbosa se le dibujo en los labios.
Eso –se dijo Richard para sus adentros, sigue caminando que los planes están a punto de cambiar- De pronto una sonrisa diabólica y morbosa se le dibujo en los labios.
Habían llegado
la hora, la hora sus sueños…